domingo, 11 de junio de 2023

Godland (Hlynur Pálmason, 2022) y Vera (Tizza Covi y Rainer Frimmel, 2022)

Un párroco, un enemigo


Durante los créditos de apertura de Godland, un texto en pantalla anuncia que la documentación más antigua de la costa sudeste de Islandia fueron siete fotografías de placa húmeda tomadas por un sacerdote danés. Sin embargo, estas fotos históricas no existen; son una invención del director y guionista islandés Hlynur Pálmason, un puntapié inicial para dar vida a esta cautivante historia. A fines del siglo XIX, Islandia era aún una colonia danesa; sus territorios estaban sujetos a la autoridad de la corona y eran gobernados por funcionarios provenientes de ese país. En tal contexto, un sacerdote danés luterano es enviado para supervisar el establecimiento de una nueva parroquia. Pero el espectador atento podrá comprender que, más allá de su misión oficial, en su particular y sinuosa travesía el protagonista alberga intenciones ocultas, y que, en definitiva, está llevando a cabo un viaje de reconocimiento a través de la isla.

Filmada en un formato casi cuadrado y de vértices redondeados -en claro homenaje a la fotografía fija- colmada de abrumadores paisajes agrestes, esta descomunal recreación histórica exuda un poderío visual equiparable a las más vistosas obras de John Ford, David Lean o Akira Kurosawa, siendo el entorno natural un personaje monstruoso e implacable que, en su primera parte, se cierne sobre los personajes causándoles accidentes, muerte y enfermedades. Sobre la segunda mitad, habiendo alcanzado el protagonista su destino, pasan a ser los humanos los motivadores de los conflictos, nada menores en comparación. Nos encontramos con un protagonista prepotente, soberbio y con aires de superioridad que, pese a su biblia y su sotana, logra despertar las sospechas de varios de los personajes locales con los que se cruza: particularmente un guía -que asimismo también parece ocultar unas cuantas cosas- y un patriarca viudo a cargo de sus dos hijas. Estos tres personajes, con sus secretos, sus suspicacias y su hostilidad contenida, operan como fuertes símbolos en un trance sutil, en el que se opone la religión modernizadora al mundo rústico y natural por un lado, y al conservadurismo protector por otro.

Ganadora de decenas de premios en festivales -incluido el de mejor película internacional en el reciente Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay-, se trata del tercer largometraje de Pálmason, luego de Winter Brothers (2017) y Un blanco, blanco día (2019). El director, que estudió cine en Dinamarca, rodó esta película en zonas cercanas a su casa en Islandia e incluso dio un papel a su hija, una niña que salta del islandés al danés con absoluta soltura y naturalidad. Godland es la clase de películas que seduce en su exotismo arrebatador, pero asimismo es un cine auténtico, realizado por un creador que conoce a fondo su material y el mundo representado. Y lo hace dando una visión peculiar sobre la historia colonial, concentrado en idiosincrasias contrapuestas y en el peculiar colapso propiciado por un encontronazo cultural.

El progenitor y su sombra



Tizza Covi y Rainer Frimmel son cineastas que han trabajado juntos desde 1996, haciendo teatro, fotografía, documentales y ficciones. Más allá de esto, son autores a prueba de balas, de esa estirpe de cineastas que en el mundo se cuentan con los dedos de una mano y que no parecen ser capaces de filmar otra cosa que obras maestras; poco menos podría decirse de películas de la talla de La pivellina (2009) o Mister Universo (2016). Sorprendentemente, estos cineastas no han obtenido el reconocimiento que merecen y, si bien suelen ser debidamente galardonados en festivales, quizá no sean hoy lo suficientemente ponderados.

Vera está filmada con el estilo característico de Covi y Frimmel, un enfoque naturalista, en el cual se combinan elementos de ficción y no ficción, con cámaras movedizas que emulan un enfoque documental y que dan una sensación de espontaneidad a sus cuadros cotidianos. Su predilección por actores no profesionales -que por lo general se interpretan a sí mismos- dan pie a personajes de una autenticidad atípica, con el atractivo de que además suelen ser individuos extraordinarios, por fuera de lo común o directamente marginales. En este caso, la protagonista es particularmente llamativa: se trata de Vera Gemma, una mujer entrada en la cincuentena, vestida con jeans, tapados de piel y stilletos, con extensiones en el pelo y una notoria adicción a las cirugías. Lo más interesante de este personaje real es que, a pesar de los preconceptos que a priori podría motivar su apariencia, no le cuesta ganarse a su audiencia: su mirada reflexiva, su carisma y su simpatía la vuelven entrañable a los pocos minutos de metraje. Y la empatía es mayor cuando sabemos que carga con una maldición vital: al ser la hija del fallecido actor Giuliano Gemma -el galán más reconocible de los spaghetti western- se ha visto condenada a una vida de referencias a su padre, y a ser perpetuamente comparada con él. 

Nacida bajo el influjo maldito del culto a la belleza, Vera parece el retrato ambulante de una sucesión de malas decisiones. Pero este pasado aciago no tiene que ver solamente con su visita recurrente a los quirófanos, sino por haberse expuesto, además, a una seguidilla de parejas abusivas; hombres interesados en beneficiarse de su fortuna heredada y de sus contactos con el jet-set cinematográfico. La aparición accidental de un niño en su vida, y de una pequeña familia disfuncional, parecen abrirle una nueva perspectiva.

Vera tiene una cualidad que sólo es compartida con las mejores propuestas autorales: el ser tan impredecible como la vida misma. Ni el más avezado de los espectadores podría saber en qué dirección avanza la narración, ni dónde se encuentran sus intenciones, ni cuál es el tema central de la película hasta casi finalizado el metraje. Y como ocurre con el mejor cine a secas, ni siquiera terminada la proyección será capaz de resolver todas estas incógnitas, las cuales permanecerán repicando en su cabeza por un buen tiempo. 

Publicado en Brecha el 19/5/2023