lunes, 28 de marzo de 2011

Zona Sur (Juan Carlos Valdivia, 2009)


Lo primero que llama profundamente la atención de esta película es la forma en que está filmada. Las cámaras giran constantemente, a veces sobre su eje, a veces trasladándose alrededor de los personajes, en alguna ocasión trazando un semicírculo por encima de ellos, captándolos desde movedizos picados. Los atípicos paneos y planos secuencia no parecen orientados en enfocar los personajes y sus movimientos, sino su entorno, el habitat que de alguna manera condiciona sus vidas. Según dijo el director Juan Carlos Valdivia, su intención fue reproducir las burbujas individuales nombradas por el filósofo Peter Sloterdijk, aquellos apacibles micromundos en los que los humanos se esfuerzan en establecerse sin éxito, ya que, al romperse esa burbuja, se llega a las crisis, al vacío y a la separación narcisista.
Se dice comúnmente que los buenos movimientos de cámara son los que tienen lugar cuando el espectador no repara en ellos. Aquí en un principio esto no ocurre, ya que la cámara tiene un papel protagónico, con hipnóticos movimientos lentos y pomposos que pueden recordar a los utilizados por Arturo Ripstein, Paul Leduc y hasta por Theo Angelopoulos. Pero la cercana aproximación a una familia de clase alta en decadencia, con sus mañas, defectos y algunos desbordes incestuosos se acerca más al cine de Lucrecia Martel –sobre todo al de La ciénaga- y lo curioso es que a medida que el espectador comienza a involucrarse en el cuadro, también empieza a olvidarse de la inquietud de la cámara. El recurso finalmente funciona.
En La Paz, al contrario que en otras ciudades, la zona de menos altitud es donde viven las clases más ricas. En la Zona Sur se encuentran la mayoría de los barrios residenciales, con grandes mansiones perdidas en jardines cercados. También debe recordarse que en Bolivia existe el mayor índice de desigualdad social de América del Sur; el 10% más rico de la población logra ingresos 79 veces mayores que el 10% más pobre, y la brecha también se acrecienta con una fuerte discriminación hacia los indígenas. Tres de cada diez bolivianos se sienten discriminados por algún motivo, ya sea el color de piel, la forma de hablar, el origen étnico o por su escaso poder adquisitivo.
Pero la era Evo supone una amenaza a la burbuja en la que viven las clases pudientes. El director juega desde el título con la paradoja sur/clase alta, y logra plasmar los cambios, las transformaciones sociales que atentan contra la impoluta estabilidad de la aristocracia. Una escena determinante en este sentido se da cuando la matriarca de la familia, una mujer de mediana edad, clasista, racista y dominante a más no poder recibe la visita de unas aymaras que le colocan encima de la mesa una valija llena de billetes para comprarle su casa. Su intención, dicen, es derrumbarla para construir apartamentos y poder alojar allí sus grandes familias.
Y Valdivia logra, con destacable inteligencia e incisiva puntería, introducir matices en los personajes que acaban por derruir los preconceptos que la audiencia se forjó, revelando una invaluable densidad humana allí donde sólo parecía haber superficialidad. Por su valentía formal y conceptual, y por lograr memorables momentos de auténtico vuelo cinematográfico, Zona Sur es, así, una de las mejores propuestas que viene dando el cine latinoamericano en los últimos tiempos.

Publicado en Brecha el 18/3/2011

2 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Como ya sospechaba, compa Diego, se trata de una peli que no ha sido estrenada en España, y es una lástima, porque, a tenor de lo que cuentas, se trata de una propuesta más que interesante -como tantas y tantas que no llegan a la pantalla grande, y, a veces, ni a la pequeña (vía DVD, o streaming)-. En fin...

Un abrazo y seguimos trasteando.

Diego Faraone dijo...

Sí, estas pelis suelen perderse fácilmente, sin una debida difusión. Aún está circulando por los festivales, y no tengo idea si llegará a distribuirse adecuadamente. Como sea, creo que vale la pena moverse para conseguirla, alguna vía aparecerá.
Un gran abrazo!