miércoles, 25 de agosto de 2021

El escuadrón suicida (The Suicide Squad, James Gunn, 2021)

Exabrupto de hemoglobina 




Desde hace tiempo que el cine de superhéroes, quizá en una búsqueda de variantes y de ampliación de horizontes, tantea un terreno hiper-violento y algo alejado de lo que generalmente se conoce como “cine familiar”. La incursión del género en el gore más desquiciado no es algo nuevo y se viene desarrollando desde hace años: Kick-ass, Logan, Deadpool o la notable serie The Boys obtuvieron la clasificación R, la cual, al menos en principio, restringe los contenidos a una audiencia adulta. En este contexto, DC, la histórica firma detrás de superhéroes como Batman y Superman y eterna competidora de Marvel, apostó fuertemente en este sentido, dando con esta* una de las películas de superhéroes más desacatadamente sangrientas hasta el momento, con niveles de hemoglobina en pantalla que superan la de cualquier película de explotación gore de los años ‘70. Por supuesto, dentro de en un contexto exagerado y lúdico, sin base alguna de realismo, lo cual lleva a que todo este exabrupto sea ameno y “digerible” por un gran público. 

Escuadrón suicida es un grupo de antihéroes sumamente desarrollado y revisitado en los comics de DC, básicamente un rejunte de delincuentes con poderes, utilizado por el gobierno como carne de cañón para misiones especiales o directamente suicidas. En 2016 salió la primera entrega, titulada Escuadrón suicida, protagonizada por Will Smith, con Jared Leto haciendo de un Guasón extrañísimo y Margot Robbie en el papel de Harley Quinn, quizá la psicópata más querida del universo de los comics. La película no estaba mal, pero a DC le ganó la corrección política: justamente la esencia fundamental de los comics era que, en sus misiones, los miembros del escuadrón morían como moscas, a menudo de forma extremadamente violenta. Esto no estuvo presente en aquella película, pero sí en esta nueva entrega, titulada El escuadrón suicida (por si fuera necesaria la aclaración, el artículo “el” es la diferencia entre ambos títulos). 

Pero la basa más fuerte de DC no es el viraje hacia este mundo sangriento e impiadoso con sus personajes, sino la de contar con uno de los directores más mimados y cotizados de Hollywood, James Gunn, director nada menos que de Guardianes de la galaxia 1 y 2 y de divertimentos como Slither (2006) y Super (2010). Algunos tweets desafortunados publicados por Gunn llevaron a que Disney y su filial Marvel Studios lo despidieran de sus filas, lo cual supuso una enorme oportunidad para DC de hacerse con la gallina de los huevos de oro. A Gunn le fue encargado escribir y dirigir esta película, y lo cierto es que, al hacerlo, logró uno de los puntos más altos de su carrera; se trata de un blockbuster colorido, espectacular y especialmente sorprendente, una entrega explosiva en el que vuelan cabezas y tripas tanto de tirios como de troyanos. 


Gunn parecería haber aprendido una lección de vida del cineasta mexicano Robert Rodríguez, con cuyo cine esta película tienen muchísimas concordancias. Así, el hecho de priorizar la creatividad sobre el perfeccionismo, dando rienda suelta a la imaginación sin demasiado miedo al ridículo, es su atributo más valioso. También lo es la “cancha” que el director ya había demostrado tener previamente al desenvolver sus personajes en situaciones mundanas y casi infantiles, o haciéndolos bailar casualmente. Hay, además, múltiples referencias a la cultura popular, todo un muestrario de que Gunn es un cinéfilo nutrido no sólo de cine local sino de influencias foráneas, lo que puede notarse en la aparición en pantalla de un llavero de Mafalda o un maravilloso clip en el que Harley Quinn elimina a una veintena de soldados y de cuyas heridas emergen, en lugar de sangre, coloridas flores; todo un homenaje a la genial película japonesa Why Don’t You Play In Hell? de Sion Sono. 

Al parecer, la producción hizo una suerte de borrón y cuenta nueva, eliminando a Will Smith y sustituyéndolo por Idris Elba, “desapareciendo” a otros personajes previos y colocando en primera plana a la mejor intérprete de la entrega anterior: Margott Robbie, una actriz que desborda carisma y talento en cada cuadro. Los personajes son queribles, aunque sin alcanzar el encanto de los guardianes, y cierto es que sus diálogos, de a ratos, no causan la gracia que querrían. Pero las carencias se compensan con creces: difícil dar con un cine tan endiabladamente entretenido.

Publicado en Brecha el 20/8/2021

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