Lo de siempre, pero un poco mejor
El nivel de las nominadas a mejor película es bastante mejor que el de otros años. No hay entre ellas ninguna regular o directamente mala, como si lo hubo en otras ocasiones (todavía resulta difícil de entender cómo fue que, en años previos, películas como The Blind Side, Los miserables o Pantera negra llegaron a competir), y tampoco hay un favorito muy claro, por lo que cualquiera de las competidoras podría darnos una sorpresa. Incluso entre ellas, las nominaciones de las diferentes categorías están bastante distribuidas; Joker ligó once, Había una vez en Hollywood, 1917 y El irlandés diez, Jojo Rabbit, Mujercitas, Parásitos e Historia de un matrimonio seis y, más rezagada, Ford v Ferrari con solamente cuatro.
Pero claro que podemos especular: sería lógico que ni la surcoreana Parásitos ni Mujercitas ganaran. Esto principalmente debido al perfil estadounidense y masculino de la mayoría de los votantes de la academia, y su probable reticencia a votar una película extranjera en el primer caso, y otra rebosante de femineidad en el segundo. También deberíamos descartar las muy masculinas Ford v Ferrari y El irlandés, ya que, si bien la academia tiene un marcado perfil conservador, últimamente tampoco se inclinan por las películas más convencionales y clásicas del cuadro. Además, Netflix señala que un 82% de los usuarios de la plataforma que comenzaron a ver El irlandés la abandonaron sin terminarla; correspondería estimar que algunos de los votantes también se vean hastiados por sus tres horas y media de duración.
Jojo Rabbit no tiene muchas chances por ser más bien pequeña, liviana e irregular, (aunque si en 2018 ganó La forma del agua, todo es posible) y como Hollywood es más bien proclive a los grandes despliegues espectaculares, correspondería desestimarla, al igual que Historia de un matrimonio. De todos modos, la última parece una candidata mucho más sólida; hace pocos años ganaba Spotlight, una película que, como ésta, tiene su sustento en los diálogos y su acción transcurre casi toda en interiores.
La contienda quizá se dispute entonces entre 1917, Joker y Había una vez…: la primera de ellas sería otra más de las tantas películas bélicas en llevarse el principal galardón, la segunda una apuesta hacia esta mixtura de cine de superhéroes y cine serio a la que parecería volcarse la industria y la tercera un reconocimiento más al ídolo pop Quentin Tarantino, además de una celebración nostálgica, ombliguista y algo crítica a la propia historia de la industria, por lo que quizá podría pensarse como la candidata con mayores posibilidades. Tampoco sería de extrañar que el óscar a mejor actor vaya para Leonardo Di Caprio: su papel en Había una vez… es un auténtico tour de force actoral, en el cual el intérprete transita una vasta variedad de registros, en un juego de cine detrás del cine. A pesar de que Di Caprio ya se ganó el galardón hace cinco años con El renacido, difícilmente sus colegas desestimen tal desempeño.
Por su parte, la notable Parásitos seguramente se lleve el premio a mejor película extranjera, pero además es probable que a su director Bong Joon-ho le den el reconocimiento (lo merece desde hace un par de décadas) de la misma manera que el año pasado se lo otorgaron al mexicano Alfonso Cuarón. Ya estamos acostumbrados a que una gran película extranjera compita cabeza a cabeza en varios rubros (el año pasado Roma corría con diez nominaciones), aunque sus triunfos en la ceremonia suelen ser exiguos.
Por supuesto que ya salieron unas cuantas voces a decir lo esperable: que, al igual que casi todos los años, entre los directores nominados no hay ni una sola mujer, y que entre los veinte nominados en las categorías de mejores actores y actrices hay una sola persona negra (Cynthia Erivo, por su protagónico en Harriet). En realidad, lo extraño sería que las nominaciones no se configurasen así, visto y considerando que, como decíamos, la academia y la totalidad de Hollywood vienen integrados desde siempre por hombres blancos y ricos. Si bien es cierto que estas quejas son omnipresentes desde hace rato y que incluso la academia ha dado muestras de querer revertir esta situación, difícil sería terminar con un problema estructural tan profundo: en definitiva, los votantes siguen siendo en su mayoría hombres blancos, y seguirán votando películas hechas en su gran mayoría por hombres blancos. El ruido al respecto es tan inevitable como necesario para que la discriminación acabe revirtiéndose, pero aún podrían faltar décadas. No es menor, y también se ha señalado extensamente en los últimos días, que varias de las nominadas a mejor película están centradas en protagonistas hombres, y en temáticas tradicionalmente masculinas: 1917 (clásico modelo de cine de guerra), Ford v Ferrari (carreras automovilísticas), El irlandés (gángsters), y Había una vez... (buddy movie). Una película como Joker, centrada en un hombre fracasado y marginal en su cuesta abajo hacia el terrorismo, difícilmente sería considerada si tuviese como protagonista a una mujer. Ya sería hora de que los productores de Hollywood comenzasen a darse cuenta de lo vetustos y desgastados que se presentan ya determinados patrones de género, poco disímiles de los que vienen gestándose hace décadas.
Publicado en Brecha el 17/1/2020
1 comentario:
¡Qué alivio lo que contás!¡También la dejé por la mitad al irlandés!Lo bueno que tiene Joker es la actuación del protagonista, pero nada más. Todavía no entiendo por qué tenían que incrustarlo en Ciudad Gótica y en la vida de Batman ¡ridículo! Hay sólo dos grandes películas que merecen la estatuilla: 1917 y Había una vez en Hollywood. Sin desmerecer en absoluto a la primera me inclino por la segunda. Las películas de Tarantino son como las espadas Hattori Hanzo: La última es siempre la mejor.
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